jueves, 11 de octubre de 2007

Guatemala Ayer y Hoy

Antigua, ayer y hoy
Mientras la noche cubre lentamente la imagen del volcán de Agua, las luces de los faroles empiezan a iluminar las calles de la Ciudad de Santiago de los Caballeros.Tonos grises empiezan a teñir la ciudad. La fuente del Parque Central ya está iluminada y arroja torrentes de agua de los pechos de sus sirenas. La calma con que algunas parejas caminan por la plaza y el paso parsimonioso de un par de vendedores de chachales parecen ajenos a ese temblor que empieza a estremecer los bares un poco después de las 21:00 horas.La cena ha sido justa, dejando siempre el espacio para que alguna bebida tonifique mi cuerpo, invitándome a balancearme junto con el instructor de salsa en El Afro. Parece mentira, pero la sangre latina no me indica bien los pasos y las turistas extranjeras se deslizan con mayor precisión y soltura en la pista. El eco de los tambores empieza a sentirse afuera y un grupo de jóvenes ingresa con ritmo y sabor, mientras el calor agrupa a los bailarines en la barra.
Después de esa tumultuosa sensación es preferible salir y respirar un poco de aire puro. Pese a la enorme cantidad de carros estacionados en las aceras, la tranquilidad que propicia la arquitectura de La Antigua es perceptible. Unas cuantas calles después, el arco de Santa Catarina atrae como una especie de imán invertido, así es que por qué no llegar hasta Macondo y saborear una cerveza helada mientras la música, completamente distinta a la anterior, me transporta años atrás y las pantallas de los televisores presentan a Pink Floyd, eternamente joven en el escenario.Al regreso, la Plaza Mayor parece ser el sitio preferido de todos aquellos que después de la una aún insisten en trasnochar, y mientras camino rumbo al hotel el eco de las risas parece borrar de mi memoria los cuentos que narran que en esas empedradas calles a veces se escucha el resonar de cadenas.
La Antigua palmo a palmo
La mañana se pinta esplendorosa, y el humeante café antigüeño me hace recuperar la energía. Con un mapa en la mano me dispongo a recorrer la ciudad palmo a palmo. Para ello nada mejor que situarse de nuevo en el Parque y después bajar por la 6a. Calle Poniente, hasta llegar al Tanque la Unión donde ya algunos artesanos ambientan su venta con coloridos güipiles y rústicos adornos de madera. Los lavaderos están desiertos, quién sabe si por lo frío del agua o por temor a que aún se refleje en el fondo la imagen desvirtuada de la pobre Llorona.
Las ruinas de Santa Clara son la primera parada de la expedición. Después de cancelar los dos quetzales de entrada, vislumbramos ese retablo ultrabarroco, que Diego de Porres diseñara con tanta magnificencia como fachada del templo.
Pese a lo importante de la explicación, no deja de sorprenderme la imagen de los canaletes construidos en lo alto de los muros y todo el complejo sistema de recolección de agua existente en este tiempo. Después el recorrido continúa hacia San Francisco El Grande, que se apresta a recibir a los visitantes con ventas de velas, dulces típicos y estampitas del milagroso Hermano Pedro. Antes de entrar a recorrer las ruinas, decido visitar su tumba, y luego recoger una hoja de esquesúchil, el árbol que ha crecido como brote del que plantara inicialmente en el Calvario hace más de tres siglos.Las ruinas de San Francisco permiten divisar vestigios de pinturas y tallados en yeso, de los pocos que todavía se conservan. Sus terrazas tan grises y agrietadas contrastan con lo verde de la vegetación que sirve de fondo, y la cúpula de la Escuela de Cristo renace de entre las ramas para que la cámara no se olvide de llevarse un recuerdo suyo.Al salir de ahí, la Casa de los Gigantes, una venta de antigüedades y artesanías, me invita a meterme a su mundo de imágenes de santos de madera y piedra.
Antes de dirigirme para Capuchinas, me distraigo con la conversación de unos turistas que, frente a una escuela de español, discuten sobre el plan de estudios. Mientras camino rumbo a otro destino me doy cuenta de que aunque frecuentemente disfruto de la magia antigüeña, pocas veces entiendo lo que ahí sucede. Cada casa es ya un comercio y, valiéndose de la audacia y del ingenio, se han implementado hostales, cafés de Internet, tiendas de curiosidades, librerías, escuelas de español. A cada paso me encuentro con una diversidad comercial y cultural, que se entremezcla con la religiosidad de las iglesias y las piedras de las calles que piden que la lluvia caiga y refresque su acalorada textura.

martes, 9 de octubre de 2007

Simbolos Patrios de Guatemala


La Bandera de Guatemala

En la época de la Revolución de 1871, se consideraba un deber el establecer un pabellón nacional que nos identificara y estableciera nuestra independencia absoluta. Fue creada durante el gobierno de Miguel García granado en 1871. Los colores oficiales de la bandera nacional quedaron establecidos en tres franjas verticales, dos de color azul cielo y, en el centro, una blanca. Esta franja blanca representa la tierra entre dos océanos además de simbolizar la pureza, paz, integridad, firmeza y luz. Las franjas azules representan el color del cielo y los mares que rodean Guatemala asi como los valores de la justicia, la verdad y la fortaleza.

La bandera fue el primero de los símbolos patrios pero a sido modificada varias veces a lo largo de nuestra historia. Finalmente el acuerdo gubernativo del 12 de septiembre de 1968 reglamenta en detalle los colores la densidad y colocación de los mismos en la bandera y el escudo nacionales. Este reglamento se estableció durante el gobierno del Licenciado Julio César Méndez Montenegro.

A la bandera se le llama pabellón cuando lleva el Escudo de Armas y los colores oficiales.

Bandera de Guatemala

La Monja Blanca

Fue adoptada como emblema por decreto presidencial del General Jorge Ubico, el 11 de febrero de 1934. Se tomó la decisión de la elección de una flor nacional para Guatemala gracias a la sugerencia de Leticia M. Southerland, presidenta de la exposición internacional de flores celebrada en Florida (Estados Unidos) en 1933. Desde entonces, esta flor es un símbolo de la paz, pureza y belleza.

La monja blanca se dio a conocer al mundo hace más de 100 años cuando «en el año de 1889 se estableció un intercambió botánico entre científicos de América y Europa. Las orquídeas guatemaltecas se expusieron en Viena por iniciativa del profesor Ladislao Cordero. En esa oportunidad el orquideólogo Lindley estableció los géneros Cattleya y Lycaste. Entre las orquídeas de este último género se encontraba la que más tarde sería declarada flor nacional de Guatemala, y cuyo nombre científico fue inicialmente Lycaste skinneri alba.

El nombre científico de la monja blanca es pues Lycaste virginalis, variedad alba y es una de las especies más raras entre las casi ochocientas que se encuentran en Guatemala, por lo que está prohibida su comercialización. La monja blanca es una orquídea, y como tal tiene un labelo o pétalo transformado que sirve como una «pista de aterrizaje» a los insectos que la polinizan. Es además, una planta epífita (vive encima de otras plantas) y cuenta con un engrosamiento del tallo (pseudobulbo) que le sirve para almacenar agua. Crece en los bosques de Verapaz, en la sierra de Las Minas y en las faldas de los volcanes del occidente guatemalteco. Abre sus pétalos entre los meses de noviembre y febrero. Su fruto es una cápsula que necesita de un determinado hongo para germinar por lo que es sumamente escasa y sensible al deterioro de su hábitat.

Monja Blanca


La Ceiba

Por iniciativa presentada por el botánico guatemalteco Ulises Rojas, el Presidente, Coronel Carlos Castillo Armas, decretó que la Ceiba Pentandra fuera reconocida como Árbol Nacional simbolizando la vida, perpetuidad grandeza y fuerza, mediante acuerdo gubernativo del 8 de marzo de 1955.

La ceiba (el simbólico "Yaxché" de los mayas), desde los tiempos precolombinos era considerada como árbol sagrado, ya que se acostumbraba celebrar ritos bajo su follaje. « La ceiba es considerada el árbol sagrado de la vida y, para los mayas, representa la sabiduría. En sus leyendas cosmogónicas abre sus ramas mayores hacia los cuatro puntos cardinales, y de esa manera se une a la cuádruple deidad que rige los vientos y las lluvias. Sus ramas dividen el mundo inferior, donde moran los espíritus, del Xibalbá o lugar de la extinción, además de marcar los rumbos en el mundo físico y dividir las estancias de los dioses en el alto misterio sideral. » (Enciclopedia de Guatemala, Editorial Océano)

La ceiba pertenece a la familia de las bombaceas, grupo de árboles con espinas, hojas pequeñas y flores grandes de 5 pétalos. Es un árbol robusto que llega a medir 50 m. de altura, de enorme tronco, que alcanza un diámetro de 2m. o más y follaje que puede llegar a cubrir 1600 m2 de superficie. Puede llegar a medir hasta setenta metros de alto, lo que lo convierte en uno de los árboles más grandes de la América Tropical. Es propio del clima cálido y se puede encontrar desde México hasta Brasil. Su fruto produce un algodón silvestre o lanilla al que se llama «kapoc» el cual se utiliza algunas veces en los chalecos salvavidas. Su semilla se usa para producir aceite de cocina y jabones, la pasta que queda se usa para alimento de ganado y el desperdicio se usa en mezclas fertilizantes. La madera es blanda, fibrosa y de larga duración en el agua. Ya que la fibra es corta suave, elástica y casi no causa alergias, se utiliza para rellenar artículos de mueblería (colchones, cojines, almohadas etc.). La madera de la Ceiba tiene pocos nutrientes lo que la hace poco atractiva para los parásitos y se quema fácilmente por lo que se le utiliza en la fabricación de explosivos y cohetes.


La Ceiba



El Escudo de Armas


La descripción del escudo de armas se encuentra en el decreto número 33 con artículo único, fechado el 18 de noviembre de 1871. Este establece un escudo con dos rifles (Remington, como se usaban en la época de la revolución liberal de 1871) y dos espadas desenvainadas de oro (símbolo de justicia y soberanía), enlazados con ramas de laurel (símbolo de victoria) sobre un fondo celeste claro; el centro está cubierto con un pergamino, que contiene la siguiente leyenda en letras de oro: «Libertad 15 de Setiembre de 1821», figura en la parte superior un quetzal, como símbolo de la libertad, independencia y autonomía de la Nación.


El Escudo de Armas


El Quetzal


Durante el gobierno de Miguel García Granados, en 1871 se declaró al Quetzal como ave nacional. Es el símbolo de libertad, un ave que no puede vivir en cautiverio.

El quetzal, es reconocido como ave nacional de Guatemala simbolizando la libertad, autonomía e independencia. Esta ave da nombre a la moneda nacional, es la máxima condecoración nacional (Orden del Quetzal) y Quetzaltenango (segunda ciudad del país) significa "Lugar de Quetzales".

Se utilizó por primera vez como símbolo patrio cuando se le colocó como parte del Escudo de Armas (1871), sin embargo ha sido parte de la historia y la cultura de los pueblos que habitaron esta región desde época prehispánica. Era conocido como «Pájaro Serpiente» en los libros sagrados de los mayas. Su nombre popular (Quetzal), tiene su origen en la lengua náhuatl. Entre los nombres vernáculos se puede mencionar que en maya, se le denomina "Kuk" y los quichés le llaman "guc" o "gugú". En Q’eckchi su nombre es « G’oog ». La palabra "quetzalcoatl" es azteca y "quetzallí" tolteca y nahoa.

Científicamente se le denomina Pharomacrus Mocinno. Este último nombre le fue dado en honor al naturalista José María Mociño, quien realizó varias exploraciones en Guatemala a finales del siglo XVIII y llevo los primeros especímenes de esta ave a Europa. A esta hermosa ave se le conoce con varios nombres. Algunos son : Trogon Resplendes, Trogon Paradiseus, Pharomacrus Mocinno de la Llave, Pharomacrus Costarricense y Trogon Pavonius.

El quetzal pertenece a la familia de los trogones y en opinión de los expertos, es el más bello ejemplar de este grupo de aves. Se caracteriza por el especial color de su plumaje, el cual parece variar de tonalidades y brillo debido a los cambios de luz. Según algunos ornitólogos, esto se debe a la presencia de melanina en sus plumas y también a que las mismas reflejan la luz.

El Quetzal

Literatura Guatemalteca

La literatura guatemalteca comienza mucho antes de Colón pisar América. La civilización Maya ya se encontraba establecida por más de un milenio antes de aquel acontecimiento. Aquella cultura llegó a desarrollar la escritura, consiente o inconscientemente reservando su lugar en la universalidad del pensamiento humano. El aporte de las narraciones Maya no ha influenciado tanto a la nación que conocemos hoy en día como el simple hecho de su descendencia. A la cual generalizamos llamándole la cultura quiché, que aun es una parte integral de Guatemala.
Encontramos dos caminos en esta rama de la literatura de Guatemala. En uno de ellos tenemos las obras existentes que narran de la cultura
quiché. Estas obras, incluyendo el Popol-Vuh y el Rabinal Achí, han sido redactadas desde el inicio de la influencia europea en el Nuevo Mundo hasta nuestros días. El otro camino, aun en su infancia, es las traducciones de escrituras originales en los templos y estelas. A donde nos llevará esta ruta, y a que profundidad, sólo el tiempo nos dirá.
Los españoles trajeron con ellos sus ilusiones de riquezas y evangelización. De acuerdo a la práctica utilizada en el resto de las Américas, encontramos las
crónicas y los catecismos de esa época. Son pocas, muy pocas, las obras de aquella Guatemala que han logrado sobrevivir hasta nuestros días. Fue muy común la redacción en latín durante aquel período.
A principios del siglo XIX, según Europa se anticipaba al Romanticismo, la literatura guatemalteca comienza a reflejar ciertas características propias. Surgieron las
fábulas con moralejas, no muy ocultas en ciertos casos, de críticas al sistema, al gobierno, y la sociedad por igual. Con el tiempo las obras han incrementado a abarcar todos los géneros, y las críticas han permanecido hasta el presente.
Otras ramas o tópicos que se destacan en la literatura guatemalteca incluyen: La literatura
infantil, redacciones en cuentos y poesías que han logrado alcanzar el entendimiento de la niñez. La pedagogía en términos más convencionales es también representada. Y como es de esperar, el chapinismo, o guatemaltenismo incluyendo la influencia maya-quiché, abarca un buen número de composiciones.
Independencia y Modernismo:
La independencia tuvo una escasa importancia en el ámbito literario. A fines del XIX destaca Domingo Estrada, romántico modernizado, ligado al cubano José Martí. En el modernismo militan el novelista y poeta Máximo Soto Hall, Félix Calderón Ávila, Alberto Velázquez y el discípulo de Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo. La firma relevante del periodo, Rafael Arévalo Martínez, practica una literatura fantástica, utópica y de sátira política que abre perspectivas novedosas: la novela psicológica de Flavio Herrera, el naturalismo de Carlos Wyld Ospina y el impresionismo regionalista de José Rodríguez Cerna y Carlos Samayoa Chinchilla. En las décadas 1920 y 1930 descuellan el poeta Luis Cardoza y Aragón y Miguel Ángel Asturias, la figura más destacada de las letras guatemaltecas, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1967.
Los Renovadores:
Hacia 1930 surge una nueva generación, nacionalista e indigenista (véase Literatura indigenista; Literatura independentista y patriótica). En el grupo Los Tepeus figura, junto a Augusto Morales Pino, Óscar Mirón, Miguel Marsicovétere y Mario Monteforte. En la década de 1940 destaca la acción de la Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes, con nombres como Augusto Monterroso, Carlos Illescas y, en la coetánea revista Acento, Raúl Leiva, Otto Raúl González y Enrique Juárez Toledo. Otros órganos importantes de la época son la Revista de Guatemala (1945) y el politizado grupo Saker-Ti (1947). En décadas posteriores: Nuevo Signo, Guatemala Comercial, Alero y Cuadernos Universitarios. Como escritores de la protesta social hay que mencionar a Carlos Manuel Pellecer, José María López Valdigón y Teresa Arévalo. En una línea más politizada, sobresalen Arqueles Morales, Marco Antonio Flores y Roberto Obregón.
Algunos Personajes de la literatura guatemalteca son:
Enrique Gomez Carrillo:
Nacido en la ciudad de Guatemala, fue autodidacta y, desde muy joven, en 1888, se dedicó al periodismo. En 1891 comenzó una serie de viajes por distintos países de Europa, Asia y América, casi siempre en calidad de corresponsal. Vivió en distintas capitales europeas, sobre todo en Madrid (donde dirigió el periódico El Liberal entre 1916 y 1917) y París. De sus tres matrimonios se recuerda el que mantuvo con la famosa cupletista española, Raquel Meller. La mayor parte de su obra se encuentra bajo la influencia del modernismo, por su gusto de viajero y cronista de lugares exóticos y sus narraciones de amores aventureros, de ambiente bohemio y erotismo enfermizo. Mereció prólogos de importantes escritores como José Maria Eça de Queirós y Benito Pérez Galdós.
Entre sus novelas y cuentos destacan Tres novelas inmorales (1919) y El evangelio del amor (1922), su texto más elogiado. De sus numerosos volúmenes de crónicas e impresiones de viaje se recuerdan El alma encantadora de París (1903), El Japón heroico y galante (1912), Jerusalén y Tierra Santa (1912), La sonrisa de la esfinge (1913), El encanto de Buenos Aires (1914) y Campos de batalla y campos de ruinas (1915). Se le debe asimismo un volumen de crítica literaria, El modernismo (1905), y unas memorias agrupadas en El despertar del alma, En plena bohemia y La miseria de Madrid. Murió en París, Francia.
Miguel Angel Asturias:
En su obra, al igual que en la del escritor cubano Alejo Carpentier, el mito se hace presente, pero a diferencia del cubano, organiza sus novelas en torno a los mitos precolombinos. Su primera obra Leyendas de Guatemala (1930) es una colección de cuentos y leyendas mayas (véase Mitología maya). La novela que le ha dado fama internacional es El señor Presidente (1946) en la que traza el retrato de un dictador de una manera caricaturesca y esperpéntica pero siguiendo una estructura regida por la lucha entre las fuerzas de la luz (el Bien, el pueblo) y las fuerzas de las tinieblas (el Mal, el dictador) según los mitos latinoamericanos. Es también un libro de protesta militante: la descripción de un régimen dictatorial en términos de terror, maldad y muerte. En las cuatro cadenas de episodios que integran la trama predominan el miedo y la crueldad. Este tema mítico vuelve a aparecer en Hombres de maíz (1949) aunque ahora la luz está representada por los indígenas y las tinieblas por los hombres de maíz, los colonizadores que llegan a explotar las tierras de los campesinos en beneficio propio. En esta obra, Asturias logra hermanar armoniosamente lo mítico-maravilloso con la dura realidad de la vida indígena.

Después escribió novelas y relatos entre las que destaca la trilogía formada por Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960). Otras novelas son Mulata de tal (1963), Malandrón (1969) y Viernes de Dolores (1972). Su producción teatral es poco conocida y trata más o menos los mismos temas, como Chantaje o Dique seco ambas de 1964. Su novela Viento fuerte fue citada en el discurso de entrega del Premio Nobel, que le fue concedido por 'sus coloridos escritos profundamente arraigados en la individualidad nacional y en las tradiciones indígenas de América'.
Luis Cardoza y Aragon:
Nacido en Antigua, pasó años de juventud en París y pudo impregnarse con la eclosión del surrealismo, del que tomó las actitudes de ruptura estética y política que luego conciliaría con una sensibilidad barroca de tipo americano y tropical, así como la admiración militante hacia la Revolución Mexicana y su arte característico, la pintura de los muralistas. Entre sus libros figuran: trabajos poemáticos en verso o prosa, como Luna Park (1923), Torre de Babel (1930), El sonámbulo (1937), Retorno al futuro (1948), Pequeña sinfonía del nuevo mundo (1949), Dibujos de ciego (1969) y Quinta estación (1972); ensayos de crítica política y social, como Guatemala, las líneas de su mano (1955), obra en la que censura la intervención de la CIA en el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz; o crítica de pintura, La nube y el reloj (1940), Orozco (1959), sobre el pintor muralista mexicano José Clemente Orozco, José Guadalupe Posada (1964), sobre el grabador José Guadalupe Posada, o México, pintura de hoy (1964), entre otros trabajos. En 1977 se publicaron sus Poesías completas y algunas prosas, y en 1991 la que fue su última obra: Miguel Ángel Asturias.
Rafael Arevalo Martinez:
Nacido en Quetzaltenango, fue director de la Biblioteca Nacional de Guatemala durante 20 años, desde 1926 hasta 1946. Ese año fue nombrado delegado de Guatemala en la Unión Panamericana, actual Organización de Estados Americanos. Cultivó la narrativa y la poesía lírica. Iniciado bajo la influencia del modernismo, derivó después hacia otras tendencias. Aunque con un estilo muy personal, se le ha situado como novelista de ciencia ficción y como uno de los antecesores del llamado realismo mágico. Algunos críticos relacionan sus relatos con el mundo angustioso y alucinado de Franz Kafka.

Su producción poética es muy variada y abarca desde composiciones de sencillez lírica hasta otras en las que emplea expresiones de un auténtico barroco de corte americano. Entre sus libros de versos figuran Juglarías ( 1911), Las rosas de Engaddi (1927) y Por un caminito así (1947). En narrativa publicó Una vida (1914), El hombre que parecía un caballo (su obra más notoria, 1914), El trovador colombiano (1920), El señor Monitot (1922), La oficina de paz de Orolandia (1925), El mundo de los maharachías (1938) y Viaje a Ipanda (1939).

Se le deben asimismo la pieza teatral Manuel Aldano (1914) y la biografía del dictador Manuel Estrada Cabrera, Ecce Pericles (1947). Falleció en la ciudad de Guatemala.

Personajes Importantes de Guatemala

Francisco Cabrera:
Destacado miniaturista y retratista de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, se le ha considerado como el miniaturista más genial de Latinoamérica.
Muchas personalidades fueron partícipes de las obras de este excelente artista, ejemplo ello podemos citar el cuadro del rey Carlos IV, extraordinaria obra que le hizo merecedor de una medalla de oro. Asimismo fue premiado por una miniatura grabada y pintada en una pequeña plancha de marfil, con la efigie dela reina Maria Luisa.
Entre sus obras más importantes podemos mencionar: el escudo del Colegio de Abogados, su participación en el Atlas guatemalteco junto con Casildo España, la obra impresa "Guatemala por Fernando VII" en la que también participó Casildo España y Manuel Portillo.
Falleció en noviembre de 1845.
Francisco Antonio de Fuentes y Guzman:
Ilustre historiador y poeta, nació en 1643, en Santiago de Guatemala. Era descendiente de Bernal Díaz del Castillo.
En 1661 desempeñó el cargo de Regidor Perpetuo de Guatemala. También fue Alcalde Mayor de Totonicapán y Sonsonate.
Entre sus obras se pueden mencionar: "El Milagro de América", en la que se describe en verso la inauguración de la Catedral de Guatemala; "La Vida de Santa Teresa de Jesús"; "Descripción de los Festejos Hechos en Guatemala cuando cumpliera 13 años el Rey Carlos II"; "La Cinosura Política o Ceremonial de Guatemala" y "el Norte Político".
Lamentablemente sólo se ha conservado su obra más conocida denominada "Recordación Florida o Historia de Guatemala", en ella se narra costumbres y ritos de los indígenas, así como apuntes de la conquista y hechos destacados de Guatemala hasta el siglo XVI.
Se dice que falleció en Totonicapán en el año de 1700.
Miguel Angel Asturias:
Prolífico escritor y diplomático, nació el 19 de octubre de 1899, en la ciudad de Guatemala. Luego de realizar sus estudios de primaria, aprobó el bachillerato y posteriormente ingresó a la facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, en donde obtuvo el título de abogado y notario en 1923.
Al salir de la universidad partió a Europa, residió en Londres y Paris, durante su estancia en París fundó la liga del estudiante latinoamericano. Luego en 1930 se trasladó a Madrid en donde la editorial Oriente publicó sus Leyendas de Guatemala, traducidas al francés un año después por Francis de Miomandre y ganador del premio Sylla-Monsegur, para la mejor traducción y el mejor libro hispanoamericano.
Falleció en París, en 1974, y allá descansan sus restos.
Mateo Flores:
Máxima figura deportiva que ha tenido Guatemala, nació en el municipio de Mixco, en la aldea Cotió, el 11 de febrero de 1920, su verdadero nombre es Doroteo Guamuch Flores.
Conquistó importantes triunfos para Guatemala en los Juegos de Barranquilla (1946), en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Guatemala (1950) en donde conquistó el marathón centroamericano de 21 kilómetros.
Asimismo destacó en las carreras de 10,000 metros planos y en la marathón olímpica de 42 kilómetros en donde tuvo su mayor triunfo internacional al ganar dicha prueba en Boston, Massachussetts, Estados Unidos de Norteamérica, el 19 de abril de 1952.
El gobierno de la República bautizó al estadio nacional como "Estadio Mateo Flores, en honor a este destacado deportista, por sus triunfos alcanzados en el país y el extranjero.
Doroteo Guamuch Flores obtuvo el título de profesor de Educación Física, profesión que desempeña para la juventud deportista.
Rigoberta Menchu Tum:
La líder guatemalteca, Rigoberta Menchú Tum, es conocida internacionalmente por su lucha en favor de los Derechos Humanos, la paz y los derechos específicos de los Pueblos Indígenas. En 1992 recibió el Premio Nobel de la Paz y se convirtió en la primera indígena y en la persona más joven en recibir esta distinción.
Para Rigoberta Menchú Tum el Premio Nobel es un estímulo en las luchas de los Pueblos Indígenas y es también un reconocimiento simbólico a las víctimas de la represión, el racismo y la pobreza en el continente americano, así como un homenaje a las mujeres indígenas.
Nació en 1959 en la aldea de Chimel, Guatemala, una comunidad continuadora de la cultura milenaria Maya-Quiché. Desde muy joven trabajó en el campo y después en la ciudad, como empleada doméstica. Padeció la injusticia, la miseria y las formas de represión y discriminación que sufren los indígenas en Guatemala.
Varios miembros de su familia fueron torturados y asesinados por las fuerzas represivas. Perseguida, sale al exilio a México a mediados de 1980.
Rafael Rodriguez Padilla:
Escultor y pintor, fue fundador y primer director de la Academia Nacional de Bellas Artes, actualmente Escuela Nacional de Artes Plásticas.
Entre sus obras más importantes podemos mencionar: los monumentos dedicados a Lorenzo Montúfar, Francisco Vela, Jose Milla y Vadaurre y Luis Pasteur, el retrato de Jaime Sabartés, Santiago González, asi como su autorretrato.
Se suicidó el 24 de enero de 1929.
Ramon A. Salazar:
Novelista, periodista e historiador, nació en la ciudad de Guatemala, el 31 de agosto de 1852. Inició sus estudios en el Colegio de San Buenaventura, en donde se graduó de bachiller en filosofía, después estudió ciencias médicas en la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Desde joven desempeño cargos importantes en el campo de la política, fue Subsecretario de Hacienda en 1871 y durante el gobierno del general Manuel Lisandro Barillas fue cónsul en Hamburgo y ministro residente de Berlín. También fue ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de José María Reyna Barrios.
Sus obras históricas más importantes son: Tiempo Viejo, Recuerdos de mi Juventud, Historia maravillosa de Pedro Schlemihl, Historia del Desenvolvimiento intelectual de Guatemala, Historia de Veintiún Años, La Independencia de Guatemala.
Asimismo en los periódicos de su época publicó varios impresos, entre los más importantes se encuentran los Estudios sobre el Fausto de Goethe; El Nahualismo; Las Brujas, Los Milagros y Hechicerías a las luz de la ciencia moderna; El Hipnotismo; Ligero Tratado de Derecho Internacional Comparado; etc.
Como novelista escribió las obras "Alma Enferma", "Estella y Conflictos".
Murió el 5 de junio de 1914 en la ciudad de Guatemala.
Atanasio Tzul:
No hay una fecha precisa de su nacimiento, se sabe que nació en 1760 aproximadamente.
Este líder Quiché es reconocido por haber encabezado junto con Lucas Aguilar un levantamiento indígena que estalló en San Miguel Totonicapán, en julio de 1820. La causa de esta rebelión fue en contra del pago de tributos, que impusó Fernando VII, ya que estos tributos habían sido suprimidos en 1811 por las Cortes de Cadiz.
Atanasio Tzul se proclamó rey colocándose la corona de San José y Lucas Aguilar se nombró Presidente. Este gobierno duró aproximadamente veinte días, pues a principios de agosto, el alcalde mayor de Quetzaltenango, don Prudencio Cózar, junto con cientos de hombres dieron fin a la rebelión indígena.
Los rebeldes indígenas fueron azotados y enviados a prisión.
Bernal Dias del Castillo:
Nació en la Ciudad de Medina del Campo, Provincia de Valladolid, España. No hay una fecha exacta de su nacimiento pero pudo haber sido entre octubre de 1495 y marzo de 1496.
Durante su vida en Guatemala desempenó los cargos de Regidor Perpetuo hasta su muerte, así como el de Fiel Ejecutor. Además fue Corregidor de Quetzaltenango y Zacatecoluca.
Escribió el libro "Verdadera y Notable Relación del Descubrimiento y la Conquista de Nueva España y Guatemala" el cual se le puede considerar como una epopeya. Este libro lo empezó a escribir en 1552 y lo concluyó en 1568.
La obra de Bernal Díaz del Castillo fue traducida a distintos idiomas y tiene varias ediciones en español.
El manuscrito original de esta obra se encuentra actualmente depositado en el Archivo de Centroamerica, en la Ciudad de Guatemala.
Este célebre historiador murió en la ciudad de Guatemala en 1584.
Carlos Merida:
Notable pintor, nació en la ciudad de Guatemala el 2 de diciembre de 1891.
Este artista descató tanto en nuestro país como en el extranjero, ya que sus obras se han exhibido en las más prestigiosas galerías de Europa, Estados Unidos y México, lo que le ha hecho merecedor de altos galardones internacionales y guatemaltecos.
Sus obras más importantes son: los murales en mosaico veneciano del Palacio Municipal de la ciudad de Guatemala, los murales exteriores del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, los murales de cobre esmaltado de los edificios del Banco de Guatemala y del Crédito Hipotecario Nacional.
También se puede apreciar su obra en los murales de algunos edificios de la Ciudad de México como "Reasuguros Alianza" y "Crédito Bursátil".
Falleció el 21 de diciembre de 1984, en México D.F.
Jose Rols Bennet:
Político y Educador, nació en Xelajú, Quetzaltenango el 9 de agosto de 1918.
Realizó sus estudios en la Universidad de San Carlos de Guatemala en donde obtuvo el título de Abogado y Notario.
En 1945 fue Diputado de la Asamblea Constituyente.
Fundó la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala y fue el primer decano de dicha Facultad. Además desempeño el cargo de catedrático del Departamento de Filosofía.
Se destacó en el extranjero al ser nombrado Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas en 1964-1972.
Falleció a la edad de 54 años el 18 de diciembre de 1972 en la ciudad de Guatemala.
Juan Dieguez Olaverri:
Destacado poeta, nació el 26 de noviembre de 1813, en la ciudad de Guatemala. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Seminario y posteriormente ingresó a la universidad de San Carlos y a la Academina de Estudios, en donde obtuvo su licenciatura en leyes en 1836.
En el campo de la política, participó junto con el partido conservador en la caída del doctor Mariano Gálvez; Después desempeño la judicatura de primera instancia en el departamento de Sacatepéquez y en 1844 ocupó igual cargo en la capital.
Como poeta escribió muchas obras, entre las más importantes podemos mencionar: A la Memoria del retratista Don Francisco Cabrera; Treinta y Nueve Años; A mi Hermano Manuel; A mi Hija María muerta al nacer; Oda a la Independencia; La Lucernita y el Sapo; El Verano de Guatemala; Chinautla; El Cuento de Juanita, etc.
Falleció el 28 de junio de 1866, en la ciudad de Guatemala.
Manuel Montufar y Coronado:
Ilustre periodista e historiador, nació en la ciudad de Antigua Guatemala, el 25 de junio de 1791. Durante su juventud recibió una esmerada educación y luego se instruyó por sí mismo. Dominaba los idiomas: inglés, francés y latín.
Fue redactor del periódico conservador El Indicador y participó en la redacción de El Editor Constitucional. Se destacó como historiador, su obra más importante se titula "Memorias para la historia de la revolución de Centro América, más conocida como Memorias de Jalapa, por haber sido publicado por primera vez en la ciudad de Jalapa, México.
Sus memorias constan de cinco capítulos y un prólogo llamado "Noticias sobre Centro América", que contiene datos geográficos. Los cinco capítulos restantes detallan los sucesos de los diez primeros años de la vida independiente del país, desde el punto de vista de los conservadores, partido al cual pertenció. De esta obra se han publicado cinco ediciones.
Además desempeño importantes cargos durante la época independiente, entre ellos: Secretario de Gobierno, Primer Ministro de la Guerra; Diputado por Escuintla; Presidente de la Asamblea Constituyente; Secretario de Manuel José Arce; Jefe de Caballería y Mayor General del Ejército.
En 1829 fue expulsado del país y viajó hacia México en donde residió hasta su muerte acaecida el 18 de marzo de 1844.